jueves, abril 28, 2005

posible imposibilidad

un día se olvidó de todo aquello por lo que había bregado:
se olvidó de que escribía
de que quería escribir
de su deseo

se olvidó del diccionario y los palabreríos
de los papeles papeluchos
acumulados insidiosamente en los rincones
junto a la tierra y las eternas
bolas
de
pelusa

pactó moroso un pacto
de desentendimiento con la vida
que a su alrededor batía las palmas
todavía o siempre:
Carla, negra,
mi Lucrecia,
Anna dorada,
todas ellas fuera;

borró de su cabeza las palabras
los nombres
las calificaciones
los adverbios;

volcó la tinta del tintero en desparramo,
rompió minas,
lápices,
biromes,
lapiceras

desterró por fin esa ansiedad
taladradora del pensar

pasó la escoba muerte a su memoria muerta
y se murió también
y terminó
su amor
con él

y con él, yo

jueves, abril 21, 2005

...de la cronología que la Editorial de la Alcantarilla prepara para la edición de las obras completas de JA

1981 ~ Conoce a Anna Juosten, una bellísima mujer finlandesa con quien comparte un tórrido romance. Fantasea con la posibilidad de una vida en la península escandinava, con abandonar “esta ciudad que se ha convertido en un averno que algunos intentan acallar inútilmente, que otros niegan”. Anna, sin dar otras razones le dice que se trata de algo imposible y Jacinto se sume en una profunda depresión. En esa época firma un contrato por una traducción de la trilogía “The Rosy Crucifixion” de Henry Miller. Jacinto solo llega a completar Sexus en versión porteña apelando nuevamente a su técnica de traducción minimal. En la reelaboración de la obra de Miller deja de lado toda alusión al arte, la literatura y/o la filosofía que pudiera aparecer y se dedica a “mejorar” las escenas eróticas. Descarta sustantivos como “pija” “verga” “chota” “poronga” sucedáneos de los ingleses “pecker” “cock” “prick” “dick” etc. porque le parecen sumamente pedestres.

Frases como:


“Without even bothering to kiss her, I shoved my cock up the dark, juicy, cavern of her voracious cunt”


eran reescritas:

“Ella y yo fuimos entonces una misma y lluviosa oscuridad”



La traducción nunca se imprime debido a que los editores la consideran demasiado “suave”: allí donde el sutil arte del maestro refulgía en todo su esplendor sólo vieron un pudor absurdo, una tonta mojigatería. Nada más alejado de la estética de Jacinto. Se había enamorado perdidamente de Anna y encontraba en el sexo el ideal de expresión del espíritu humano: no era pudor lo que lo llevaba a escribir frases poéticas donde leía palabras para otros obscenas(*), sino la pureza de sus sentimientos para con ella. En la carta del editor rechazando la obra leemos “El público quiere otra cosa Arrizabalaga: usted ha conseguido una versión no carente de belleza, pero demasiado lírica, demasiado rosada. Lo suyo es como un choripan sin chorizo, ¿comprende?”(**)


(*) Nota de Pedro Weinberg: Por cierto, Jacinto nunca le tuvo miedo a las palabras, baste un somero recorrido por las páginas de su diccionario para comprobarlo. Sin embargo la melancolía que tiñó la traducción de Sexus pudo más que su amor por ellas y lo llevó incluso a eliminar todos los personajes femeninos de la obra, a subsumirlos en una sola mujer. Anna era, en efecto, todas las mujeres. Como siempre, se ahorraba el trabajo de tener que traducir una obra de 500 páginas.


(**) Nota de la autora: Parece poco creíble que en esa época hubiera algún editor dispuesto a lanzar una versión en español de una obra como la de Henry Miller y menos creíble aun que le pidiera a Jacinto que fuera explícito en cuestiones sexuales en un contexto donde la censura estaba a la orden del día. Pero no sé muy bien cómo arreglarlo. Tal vez tendría que hacer que Jacinto viniera al mundo en 1938 o en 1928 en lugar de 1948.

lunes, abril 18, 2005

Martita en la vereda

Y sí, qué quiere que le cuente, era un tipo medio raro, reservado, diría yo. Hubo una época que salía mucho, andaba de acá para allá siempre con un cuaderno bajo el brazo y un lápiz que se ponía en la oreja, como los carniceros ¿sabe? la verdad que le quedaba un poco ordinario, pero como era tan buen mozo se le perdonaba todo... a mí me agarraba siempre cuando estaba baldeando la vereda y me decía, cómo le va Martita (siempre me trataba de usted, era muy respetuoso) y yo: acá ando, baldeando, y algunas veces se me acercaba y en tono de confidencia me hacía preguntas, a ver Martita, dígame usted que piensa de esto, o de aquello y anotaba, no sé muy bien qué cosas anotaba, pero serían muy importantes porque fruncía las cejas o se quedaba pensando y después, gracias Martita, usted está contribuyendo a una obra capital, vaya saber por qué capital, sería por capital federal, pero nunca le pregunté por las dudas no fuera pensar que yo soy una ignorante. Ah, era tan buen mozo... pero viera usted los ojos tristes que tenía, yo no sé, siempre anduvo en líos por mujeres, no sé si tenía muchas, pero las pocas que le conozco no parece que lo hicieran muy feliz que digamos. Había una muy alta y muy rubia como una actriz de cine que lo vino a visitar una vez y nunca más volvió, parece que era alguien que no veía hacía tiempo, y cuando se despidieron anduvo con una cara el pobre, yo lo notaba como gastado, demacrado, porque yo soy muy observadora y nunca se me escapa nada. Después estaba la mujer de él que se separaron apenas nació la hijita y ella se llevó a la beba porque no se aguantaban más, siempre había gritos, un día ella le sacó todos los libros y los papeles al pasillo, si supiera el lío que se armó, pero al final fue ella la que terminó yéndose Dios sabe dónde porque no se la vio más, solamente muy de vez en cuando aparecía la hija, ya más de grandecita, caía -seguro que sin avisar- cuando necesitaba plata, qué coraje, y él que la quería tanto. Pero usted vio cómo es la gente, si no es por plata o por ya sabe qué, ni se molestan.

martes, abril 12, 2005

(paréntesis)

para todos aquéllos que se encontraban irremediablemente perdidos en la oscuridad de su ateísmo, sin un rebaño donde poder balar a gusto, sin una religión a la que entregar su desconsuelo, sin una soga de la que aferrarse en los momentos abismales de la vida, para todos y cada uno --porque esta doctrina no hace diferencias y a todos acepta tal cual están siendo elucubrados-- ha llegado el preexistismo que, valga la aclaración, no es lo mismo que pre-exitismo.

preexistismo: doctrina que postula que el universo no es más que un prototipo perfectible de un mundo libre de fallas que (alguna vez) vendrá.
preexitismo: enfermedad que muchos padecen antes de haber contemplado la luz de la fama.

gracias al preexistismo podemos quedar en paz: no somos responsables de nuestras disfunciones. la culpa la tiene Dios que todavía está practicando.

...

Anoche estuve garabateando algo que me olvidé de traer. No era más que una diatriba a cargo del estúpido de Weinberg a quien hice proferir una serie de “verdades reveladas” acerca de lo que debería ser un escritor. Entonces, desde el banquito que le construí –banquito que él imagina una especie de estrado de la literatura pero que no está más que a veinte centímetros del suelo– desde “su blog”, el buen Pedro se exalta y comienza por decir que aquéllos que sueñan con la canonización son unos imberbes aprendices de literatos que no merecen más que arder de vergüenza por sus ambiciones extra-artísticas. Le robé, como de costumbre, una frase a X (me había comentado que siente en la piel esa necesidad de escribir, que a veces le sucede cuando se terminan las otras cosas que ocupan el día, que lo distraen...) que puse en boca de Pedro, y lo hice continuar con algunos lugares comunes del estilo: el verdadero escritor no se ocupa de lo que la posteridad hará con su obra: se ocupa de la gestación de su literatura, del calor de la creación; el escritor reincide porque no puede vivir de otra manera, porque no puede no-escribir y si eso le acontece, sufre como un condenado, le pesa la no escritura; dibuja en cada frase el latir acompasado de sus vísceras y no sé cuántas grandilocuencias más bien del estilo de Pedro. El resto, son pavadas. Humanas pavadas, pienso yo, inevitables. Pero eso Pedro no va a admitirlo nunca porque no puede perdonarle a los demás los mismos pecados que él comete una y otra vez.

lunes, abril 11, 2005

Carla...

...todavía sigue visitándome aunque no muy seguido: no puedo pagarle (hace tiempo que dejé de pagarle), se debe haber aburrido hasta de la compasión que una vez sintió por mí. No ha dejado de ser cariñosa, ma petite catin, pero me niega su presencia cada vez un poco más, se inventa excusas: que apareció un cliente que exige verla cinco veces por semana y paga bien, así que no puedo desatenderlo, (¿no será mucho a tu edad Carla cinco veces por semana el mismo tipo?), que hay una reunión en el colegio de los chicos, que a la tarde no porque tiene que ayudarlos a hacer los deberes –como si pudiera explicarles algo–, ¿y a la mañana? a la mañana tampoco: tengo que ir a la peluquería o cómo te creés que hago para mantener la clientela, vamos, vamos, a nadie le importa lo que hagas con tu pelo mientras sigas... pero no se lo digo, tal vez el pelo sea importante, sí, al fin y al cabo hace las veces de rienda para... on va le faire à la dûc d´aumale. Está bien, está bien: a la pobre le queda algún resto de juventud y no sería justo pretender que lo derrochara conmigo, se debe a sus hijos, necesita trabajar. Ah, pero cómo la extraño, carajo. Es lo único que me hace sentir vivo, su olor, su brutalidad. Su absoluta ignorancia. Ella se ríe de mis paredes escritas, de los libros desparramados, de los papeles. Se ríe de mí. Y no me importa. Si fuera Anna, no podría soportarlo. En cambio Carla, a Carla no se le puede pedir otra cosa que su socarronería. Carla es eso: una carcajada de la naturaleza.

(anotar en el cuaderno rojo:
carla: carcajada de la naturaleza.
anna: desdén sobrenatural.)

jueves, abril 07, 2005

Jacinto:

Tu IdEA es aBsurda: EscRibiR el universO, es siMple, pero nO simple en el seNtido quE Vos le DaS.

¿No te diste CueNta, Gil, que sÓlo bastA con Usar la PalabrA UNIvErSO, que uNa solA palAbra implicA todo?

deJate DE joder, quEridO, y dEdiCatE a OTRA cOsA.

Ya sabés qUiéN.

miércoles, abril 06, 2005

La Idea (cont.)

...de modo que en el principio Jacinto decidió que hasta tanto no se le ocurriera alguna otra Idea dmás importante se dedicaría a la transcripción del universo en palabras. En definitiva, la consecución de su empresa no era otra cosa que una traducción más, como toda escritura. De esto Jacinto tenía una vaga conciencia, pero prefería creer que la tarea del diccionario era lo más parecido a un recreo que le estaría permitido tomarse durante su vida como escritor.

Libreta en mano, ganaba las calles del barrio con el prepósito de recoger definiciones para su diccionario. Lo hacía con total naturalidad, bajo la apariencia de un simple vecino que sale a hacer la compra de la mañana o a buscar el diario. Escuchaba y observaba, observaba y escuchaba. Ponía sobre el papel todo lo que pudiera resultar de interés.

Cuando a Jacinto Arrizabalaga se le ocurrió “la idea” tenía treinta y xxx(*) años recién cumplidos. Tiempo después “la idea” devendría en La Idea y ya nunca volvería a escribir otra cosa que no estuviera subordinada a su materialización.

(*) Nota de A: la autora prefiere dejar el dato de la edad como una incógnita, no tanto para lograr un efecto de tensión y suspenso en el relato --cosa que por otra parte no vendría nada mal--, sino más bien para evitar todo tipo de inconsistencias temporales, es decir, porque no sabe dónde carajo encastrar el resto de los acontecimientos de la vida de Jacinto léase: nacimiento de Lucrecia, encuentro con Anna, relación con AL, aparición de Carla, escritura de poemas y cuentos, etc.

martes, abril 05, 2005

La lata de Lucrecia

Buscando la boleta del pago de Aguas Argentinas del primer bimestre, entre los comprobantes, las fotografías y los imanes de la heladera (papá no pegaba los imanes en la heladera, o en algún momento lo hizo pero después tuvo que sacarlos porque la usó para escribir definiciones, está completamente garabateada ¿no es increíble? con lo que cuesta limpiarla: ni con alcohol fino salen todas las pavadas que escribió, siempre pensando en sí mismo, en sus escritos, y a mí que me parta un rayo viejo egoísta), sí, te decía que entre todas las baratijas que guardaba, encontré esto, una carta o algo parecido, para la tal Anna. Pobre mamá si se hubiera enterado de la historia hay que ver cómo se habría puesto, pero no, él siempre se lo tuvo bien escondido. Y después decía que me quería, que aunque no nos viéramos nunca yo era lo más importante que le había pasado en la vida, que podía contar con él. Ni la heladera dejó sana.

Posible respuesta sin destino

Anna, sabés bien que todavía te recuerdo. Te fuiste hace ya tiempo porque para eso habías venido. Para partir, partirme en dos, dejarme adormecido, en este brumoso estado de narcosis que perdura después del gran amanecer que fue tu abrazo. Nunca nos entendimos porque hablar inglés era lo mismo que no decirnos nada, era tomar prestadas las palabras y robarles su significado más profundo, ese que sólo admiten aquéllas que fueron pronunciadas en la lengua madre, la que está irremediablemente teñida con nuestra propia sangre.

Para mí tu carta no significa nada. Te enteraste de mi diccionario, puedo imaginar cómo, aunque no importe demasiado. Nunca voy a contestarte. Es verdad que mis días están contados: no sabés cómo se siente esa inminencia cuando uno se da cuenta del abismo que se abre entre la obra que se propuso y lo poco que ha podido concretar. No veo cómo podrías ayudarme más que con una traducción que resultaría doblemente complicada porque habría que rescribir todo en inglés para que vos procedieras a hacer lo tuyo en finlandés y en sueco. Por otra parte no me parece que tenga demasiado sentido. Falta todavía tanto para terminar.

Nunca fui más que un personaje pintoresco en tu imaginación, un semisalvaje del Río de la Plata. Fui un mero hacedor de firuletes verbales que te resultaban incomprensibles. Un amante con quien pudiste disponer o prescindir de lo físico a tu antojo porque era tu idea de mí lo que te importaba y no yo mismo.

lunes, abril 04, 2005

...de la cronología que la Editorial de la Alcantarilla prepara para la edición de las obras completas de JA.

1948 ~ El cinco de agosto nace Jacinto Manuel Arrizabalaga en el barrio de San Telmo. Encarnación Molina, su abuela andaluza (la abuela vasca había muerto muchos años antes sin pisar suelo americano) en pleno uso de sus facultades mentales y pulmonares, cantaba de puro contento mientras blandía un mantel a cuadros y arrojaba una abundosa lluvia de migas por la ventana:

Abenámar, Abenámar
Moro de la morería
el día que tú naciste
grandes señales había:
Estaba la mar en calma,
la luna estaba crecida
moro que en tal signo nace
no debe decir mentira


La abuela Encarni no sabía entonces que el nieto se dedicaría exclusivamente al arte de acuñar una mentira tras otra.


1951 ~ Jacintito recrea a su vez los versos del Romancero Viejo que su abuela y su madre, Carmen Molina de Arrizabalaga, se empeñaban en cantarle a toda hora. El adorable niñito sale a las calles tarareando de la mano de su madre:

modo de podquedía
no hay que decid mentidas
si no la abuela te deta
si no te deta la tía
no te compan cadamelos
pod más que se los pidas


Es notable que el pequeño creador sin tener tía la “inventara” para lograr de esa manera una rima consonante.

1954 ~ Concurre a la escuela por la mañana. Por las tardes, Jacinto acompaña a Carmen a la Biblioteca Municipal donde ella trabaja tres veces a la semana realizando tareas de limpieza y plumereo general. El niño, aburrido y dueño de una inagotable curiosidad, se pierde entre anaqueles y estantes estableciéndose así su primer acercamiento a la literatura.

1955 ~ Agitación en las calles. Su padre a favor. Su madre sin opinión. Jacinto, con temprana perspicacia, intuye que algo no anda bien.

1958 ~ Se enamora de Beatriz, su vecina denfrente, de trece años. A ella le recita algunos hexámetros de la Divina Comedia ante lo cual la niña ríe despectivamente.