lunes, noviembre 30, 2015

argentina de mate

la primavera electoral hizo que me olvidara de asistir a una función de lulú de alban berg en diferido.

es que con las emociones del debate presidencial, las elecciones, el escrutinio definitivo, las bellas juliana y karina (la una en silencio, la otra militando por la causa) en plena disputa por el lugar de la primera dama, la despedida de cristina y su oratoria, la llegada de mauricio, daniel y su brazo, gabriela y su silla, lila y su rostro de amianto...

con todas esas emociones que el ejercicio de la ciudadanía impone a nuestros corazones (y los agita con un batir agotador, como por ejemplo en el momento de ingresar al mal llamado cuarto oscuro sin una decisión tomada, es decir, ingresar y tras cerrar la puerta volver la mirada hacia un lado, hacia el otro, hacia el cielo, ese hipotético espacio celestial desde donde nuestra madre peronista nos observa, y no encontrar respuesta; sabiendo que la única respuesta me la tiraron por teléfono hace un rato, fijate la provincia y la nación, una razón práctica, cuasi administrativa, etc, decíamos, el batir agotador del corazón, las manos temblorosas tomando la boleta, poniéndola en el sobre, el lagrimón piantado al emitir el voto en cumplimiento del deber ahora más que nunca ¿?) quién necesita ir a ver a lulú y fumarse la música aburrida de alban berg?

al salir padre apunta la teatralidad de la acción. nena, no estarás exagerando?

...

no me gusta la yerba ni el mate, nunca pude tolerar la prepotencia de su amargor. ni con azúcar.