jueves, abril 28, 2005

posible imposibilidad

un día se olvidó de todo aquello por lo que había bregado:
se olvidó de que escribía
de que quería escribir
de su deseo

se olvidó del diccionario y los palabreríos
de los papeles papeluchos
acumulados insidiosamente en los rincones
junto a la tierra y las eternas
bolas
de
pelusa

pactó moroso un pacto
de desentendimiento con la vida
que a su alrededor batía las palmas
todavía o siempre:
Carla, negra,
mi Lucrecia,
Anna dorada,
todas ellas fuera;

borró de su cabeza las palabras
los nombres
las calificaciones
los adverbios;

volcó la tinta del tintero en desparramo,
rompió minas,
lápices,
biromes,
lapiceras

desterró por fin esa ansiedad
taladradora del pensar

pasó la escoba muerte a su memoria muerta
y se murió también
y terminó
su amor
con él

y con él, yo