lunes, marzo 27, 2006

yo digo, por qué será que las mujeres quieren siempre lo que es distinto de lo que la naturaleza les dio, por ejemplo está esa chica bajita que tiene una sonrisa bella, blanca como una luz --si me disculpan la metáfora-- se la pasa repitiendo que es muy petisa (usa esa palabra horrible, sí) que si midiera diez centímetros más se vería mucho más elegante, más linda... ¡diez centímetros más, dios mío, para qué! y no acepta ni por un segundo que se le diga un piropo. quise darle un beso el otro día, la tenía contra mí tan dulcemente cerca y mi nariz bebiéndole el perfume, ya sé, ya sé, ese olor suyo mezcla de gastar dinero en cosas caras, mezcla del sudor de hembra que la baña por entero, ahí la tenía, cerca, cerca y cuando queda la última muralla de distancia entre mi boca y su cuello ¡zaz! le sale un general de adentro: sin besos, dice, así, cortito y seco: sin besos que me compromete. ah sí, sí, sí, yo la comprometo, yo justamente viéranla bailar, y claro como el tango se presta un poco, a veces, a la confusión. pero yo no me confundo, tengo mis años: no soy nuevo en esto ni en la vida y me doy cuenta cuando una mujer... cuando una mujer...

viene apurada siempre, mirando igual que los vigías, a lo lejos, en completa ignorancia de lo que sucede en el derredor cercano, llega se sienta y se cambia los zapatos medio compadrita, medio a las cansadas, contradiciendo su propio apuro, como en advertencia: no te me acerqués que todavía no me abroché la hebilla; después se mira en el espejo enorme y se toca el pelo, no lo arregla ni lo cambia, simplemente lo toca, para asegurarse de quién sabe qué cosa. cuando está lista, se para cerca de alguna columna pone un brazo en jarra, quiebra apenas la cadera y espera. yo, que desde mi mesa la veo entrando unos momentos antes y de soslayo le espío el caminar y el culo –por qué no decirlo-- la dejo que espere nomás, porque a indiferente, indiferente y medio. la muy mocosa se hace la distraída pero a mi no me engaña. no. la cuestión es que a veces bailamos y al principio no habla demasiado aunque sonríe bastante, se sonríe en los dientes y en la cintura: se deja un poco, eso es innegable, sutilmente se deja. pero basta un adjetivo, un comentario mínimo aludiendo a su sonrisa, a su lindura y qué sé yo qué magia negra se desata que a ella se le erizan los ojos y le brota el eterno femenino a todas les dirás lo mismo, qué les pasa a las mujeres, me pregunto. qué importa qué le digo a quién si en el momento somos dos, soy yo con ella y ella y yo y no hay nada más ¿será posible?. pero la chiquita esta no lo entiende entonces ya no quiere nada, o quiere todo (que es lo mismo) y tengo que dejarla aunque muera por morderle un hombro, o una oreja, como el día del beso. tengo que dejarla por otra que no sea tan negada.

poesía estanka

después de mucho
intentar creo que lo
único que pue-
do hacer es lo siguien-
te: escribir y cortar

jueves, marzo 16, 2006

prioridades

le pregunta si sería posible que usara los pañuelos que ella pone en la mochila todas las mañanas. se lo pregunta porque todas las tardes (sin excepción) la remera regresa con variaciones pictóricas dignas de cualquier museo de arte moderno que se precie.

le contesta que en algún momento sí, pero no en otros en que la maestra prohíbe ir a buscar el tisú de la mochila.

¿por ejemplo?
por ejemplo en el recreo.

¿?

¿y en la clase?
en la clase nos permite.
¿entonces?
entonces qué pasa si me quiero sacar un moco cuando la maestra está explicando algo importante.
nada, agarrás un pañuelo y te limpiás.
pero no mamá, si me distraigo para buscarlos después no entiendo lo que estaba diciendo!

(la semana pasada una nota en el cuaderno señalaba con bastante precisión y algo de fastidio pedagógico que el niño "juega y conversa en clase y no trabaja, qué pena". ante su lectura, la madre encareció al novel escolar que intentara prestar más atención, que ya tendría tiempo en los recreos para jugar y conversar --un tiempo que sabe demasiado breve, pero insiste-- porque después no vas a entender qué es lo que tenés que hacer)

tenés razón, en ese caso sacátelo con la mano nomás.

miércoles, marzo 08, 2006

la vida marcha --y digo marcha por no decir "va", que es lo que uno generalmente piensa o cree entender cuando en realidad podríamos también decir que viene, pasa, se bambolea, etc-- más o menos de la siguiente forma: entre tasas de descuento (tasa de descuento: término financiero y no una tasa comprada de oferta en un bazar) y pan con manteca, mamá por qué tengo que quedarme todo el día en el colegio (no hay respuesta), vos qué hacés, soy economista (bah, ni soy ni hago), qué raro ¿no? ¿cómo se te ocurrió estudiar eso? (hmmmm tampoco hay respuesta), no logro acostarme antes de las doce ni dormirme antes de la una ni levantarme después de las seis de la mañana, a la oficina asisto con absoluta y malgastada puntualidad aunque después no existo, leo un poco, lleno cuadraditos otro poco, quise escribir una cosa parecida a esto:


carta a un amor que no:

querid,

hace tiemp que pienso en tí desde la cumbr de tu ausencia. extraña es la vida sin poder vert, ni tocart, ni siquiera hablart. será porqu la distancia que se ha interpuest entre nosotros no hace más que impedir tod comunicación --y sabes bien que no me gust


comencemos otra vez

amor mío,

desespero de imposibilidad, me conocés, lo mío no es la rendición, ni mucho menos la renuncia. lo mío, amor, es el ardor y la fidelidad del caballero. la batalla. yo que siempre sé qué y qué no decir, me encuentro sin

va de vuelta


compañer de la vid,

conoces tú a la zorra de las uvas, conoces tú lo que pasó: que brincando y brincando no pudo alcanzarlas, y las disfrazó de verdes cuando de uvas dulces y maduras se trataba, de esas a las que se le mastica el pellejito hasta que sólo quedan las semillas y se las escupe alegremente. sabes tú que en el amor cuestiones hay que no

y no. hoy no.

y todo así, a las corridas, en la agenda un desayuno con los altos mandos para hablar de temas que nos interesan (podré explicarle a los altos mandos que mi hijo se todavía se mea en la cama y que no piensa hacer nada de lo que la maestra le indique, que me compré unos zapatos faroleros de milonga, que no sé si pintarme o no las uñas de rojo sangre para una fiesta el sábado, que últimamente no sé qué carajo leer a ver si el señor director tiene conocimiento de alguna literatura linda para recomendarme), desayuno que --afortunadamente-- habré de cancelar por --desgraciadamente-- otra reunión no sé dónde con no sé quién, llegar a las ocho, salir a las cuatro y media, etc.

cualquier cosa.