miércoles, abril 06, 2005

La Idea (cont.)

...de modo que en el principio Jacinto decidió que hasta tanto no se le ocurriera alguna otra Idea dmás importante se dedicaría a la transcripción del universo en palabras. En definitiva, la consecución de su empresa no era otra cosa que una traducción más, como toda escritura. De esto Jacinto tenía una vaga conciencia, pero prefería creer que la tarea del diccionario era lo más parecido a un recreo que le estaría permitido tomarse durante su vida como escritor.

Libreta en mano, ganaba las calles del barrio con el prepósito de recoger definiciones para su diccionario. Lo hacía con total naturalidad, bajo la apariencia de un simple vecino que sale a hacer la compra de la mañana o a buscar el diario. Escuchaba y observaba, observaba y escuchaba. Ponía sobre el papel todo lo que pudiera resultar de interés.

Cuando a Jacinto Arrizabalaga se le ocurrió “la idea” tenía treinta y xxx(*) años recién cumplidos. Tiempo después “la idea” devendría en La Idea y ya nunca volvería a escribir otra cosa que no estuviera subordinada a su materialización.

(*) Nota de A: la autora prefiere dejar el dato de la edad como una incógnita, no tanto para lograr un efecto de tensión y suspenso en el relato --cosa que por otra parte no vendría nada mal--, sino más bien para evitar todo tipo de inconsistencias temporales, es decir, porque no sabe dónde carajo encastrar el resto de los acontecimientos de la vida de Jacinto léase: nacimiento de Lucrecia, encuentro con Anna, relación con AL, aparición de Carla, escritura de poemas y cuentos, etc.