jueves, febrero 19, 2009

un fragmento de la quinta sinfonía

o cómo llama el destino a tu puerta, es decir,

sol sol sol [mi]
fa fa fa [re]

cuando aquélla vez --historia tantas veces repetida-- soñé que mi puerta sonaba, dos o tres golpes sobre la madera ya que el timbre hacía tiempo estaba roto y nadie se ocupaba en arreglarlo, digo, cuando eso soñé al abrirla (la puerta) vi que el mismísimo beethoven, de desordenada melena, saco de levita y jabot blanco, había venido para afinarme el piano. unos torpes balbuceos salieron de mi boca ya que la emoción me embargaba: ¿no era demasiado para mí que alguien de su altura quisiera ajustarme el clavijero? pensar que tantísimas mujeres se han negado a sus amores...

si eso no es decir que el destino llama a la puerta, es por lo menos decir que beethoven llamó a mi puerta, que no es poca cosa.

sí, lo conté en mil y una oportunidades, aquí y en otros espacios. pero entonces no había leído la biografía (o la había leído y no lo recordaba) de ludwig v. beethoven en la que se refiere la anécdota de la sinfonía en do menor.

"así es como el destino llama a la puerta"

(destino: ven, puerta ven
puerta: espera que ya voy, no me apresures)

no:

sol sol sol mi
fa fa fa re

etc.

o:

toc toc.