lunes, septiembre 16, 2013

Mi chiamano Mimì, il perché non so..

il perché non so:

por qué será que las señoras que van a la ópera sienten la necesidad de decir --dejar constancia, si pudieran, lo harían por escrito-- que ellas siempre van a la ópera. que no son unas advenedizas a quienes se les ha ocurrido asistir al teatro como quien va al cine a ver la película del momento, que no se encuentran allí ese día por tratarse de una ópera hitera o popular, sino por su profundo amor a la música, a las artes, a su savoir vivre, su exquisita sensibilidad, etc.

por qué será que cuando termina un aria (o no un aria porque en puccini no son las arias con el formato clásico) la gente prorrumpe en aplausos, o lo que es peor, en gritos y/o exclamaciones que detienen la acción y dejan a los cantantes en una situación de congelamiento antinatural en la que no pueden saludar ni agradecer (todavía no ha finalizado el acto, ni mucho menos la obra) ni tampoco continuar porque el barullo de la sala se los impide... imaginad una película en la que luego de la escena de amor el público interrumpiera con su entusiasmo verbal y los actores se quedaran vacilantes en la pantalla no sabiendo qué hacer.  insoportable.

por qué será que siempre hay un señor que se ve en la obligación de explicarle a su acompañante (o acompañanta) lo que sucede --que no es otra cosa que lo que se ve, es decir, en la ópera lo que sucede se ve y si no, lo explican los cantantes, por eso duran tanto-- lo que va a suceder, y no sólo eso, sino lo que el compositor tenía en mente, lo que el regie de la versión que vio en el met quiso decir, las diferencias con la versión que vio en el teatro argentino de la plata hace cuatro años, en el video de la scala de milan, en el folleto de la arena de verona, etc, etc,

por qué la gente necesita comer caramelos, hacer el ruido del papel dorado, galletitas, golosinas, chocolatines.