tenemos

presidenta nomás.

de Austria llegan bombones: mazapán, chocolate y crema de avellanas que pueden, en mi boca, más que cualquier beso.
por fortuna nadie se complace con estas golosinas y alcanzo a hacerme de una pequeña multitud de chocolates envueltos en papel de oro con la cara de un joven y arrogante mozart pintada en la superficie.

descubro, también en esta época
--quizá no se trate nada más que de la confirmación
pueril de una sospecha innominada--
que soy
irremediablmente

demoledoramente

sexual

me detengo aquí a quitarle el dorado vestido a mi amadeus de chocolate

(y luego,
la lengua,
los dedos,
los dientes,
la-comisura-de-los-labios
rebosantes
de azúcares
la blanda morbidez
del mazapán
ah...
concluye
todo tan
veloz)

…

entonces, es decir,
en aquel no muy lejano entonces:
ejercía
una pequeña inquisición
--yo misma, contra mí--
¿por qué?
¿acaso ya no te interesa?
será que no le importa
al cuerpo
en su latencia
al cuerpo
de mujer
al cuerpo
que lo acaben
¿no le importa?

error.

(saliva con azúcares
con sales)

me descubrí:
dormida
a veces
letargada
pero
viva.

el 2

cumplí 35.
es decir,
ya voy cursando el séptimo día del año número 36.