jueves, enero 27, 2005

grandes hitos

A Ezequiel le salió su primer diente: mandíbula inferior, centro-izquierda.
Llevé a Batman a la colonia de vacaciones. La gente hacía gestos de reconocimiento a nuestro paso.
Vino Irene. Me invitó a cenar.
Confirmado: las planillas de cálculo y la modelización financiera son perjudiciales para la salud mental de quien practica tales actividades --aunque en el caso de la persona cuya mente está arruinada de antemano, los daños resultan marginales o casi imperceptibles--.

miércoles, enero 26, 2005

No es fácil aceptar el exilio --voluntario, elegido-- de los demás, porque implica preferencias que no nos agrada admitir, como por ejemplo, que hayan decidido que su lugar en el mundo es otro lugar sin importar que allí serán siempre, ante todo, extranjeros. Sin embargo, sabemos que no partieron porque nos quisieran menos, por supuesto que no; lo hacen por la sencilla (y obvia) razón de que el exilio les ofrece algo diferente de lo que podrían obtener si se quedaran. Lo que jode es que nosotros somos parte de esa diferencia: la parte no elegida. Más aun: lo que duele es la privación coercitiva de afectos a la que nos someten los que se van, privación que jamás les pedimos y que tenemos que soportar estoicamente con cada nuevo simulacro de regreso. Entonces cada visita trae ese torrente de alegría que es la presencia del otro y, además, la conciencia plena de que pronto regresará ¡pum! al lugar donde no sin esfuerzo se ha construido un nuevo universo, donde la vida se tolera mejor --o por lo menos eso queremos creer-- y que nos es completamente ajeno. Estoy pero no estoy. Se repiten una y mil veces los vos sabés que yo te quiero, vos sabés cuánto te extraño. Un carajo. Yo a la gente que quiero la quiero a mi lado.Detesto esa precarización del afecto que supone la distancia. Si quiero a alguien me gusta poder hablarle cuando se me da la gana, poder verle la cara o darle un abrazo cuando se me antoja, llamar y decir te necesito ahora y acá. Lo físico no es baladí, la presencia material es necesaria. Ver para creer, tocar --abrazar, besar, acariciar-- para querer. Pero no. Los que se van, mal que nos pese, nos quitan esa posibilidad. Y los que nos quedamos, qué. ¿Acaso no extrañamos también nosotros? Yo quiero imponer la tiranía de mi cariño.
Pero no me lo permiten.

martes, enero 25, 2005

La vida está hecha de pequeñas traiciones, pensó. Acto seguido encendió un cigarrillo --qué hay de terrible en eso: al fin y al cabo buena falta le hacía después de tantos meses de no pertenecerse--. No poseemos otra cosa que un continuo de pactos más o menos absurdos, necesarios para que la amenaza de lo azaroso no se torne agobiante, pero no por ello inviolables o impermutables.

Así tejía y destejía toda clase de resoluciones: ésta es mi voluntad, hoy quiero ABC, hoy yo decido Z o cambio X por W ¿somos o no somos albedrío puro y libre? Hoy creo en el amor, hoy me permito dudar de su existencia; hoy restablezco un vínculo afectivo, más tarde no necesito a nadie: yo me basto. En esas farsas andaba cuando vio al fuego resplandeciente de codicia. El fuego dominando la escena desde el papelero.

lunes, enero 24, 2005

Historias de amor...

...en las que la tensión nunca se resuelve. O mejor dicho, se resuelve de manera drástica.

Releer:

"A painful case" de James Joyce
"The beast in the jungle" de Henry James

La víspera

Trabajar, mañana. Regreso al lugar donde las apariencias engañan. Ergo, para mañana construir esa apariencia, qué divina estás ¿te diste cuenta?, acabás de tener un bebé y ni se te nota --¿se supone que eso sea bueno?-- ¿cómo hacés para estar tan flaca? Cómo hago. Justamente. Cómo hago. Entonces: desbaratar el vértigo, dejar a los niños en buenas manos, vestirse de mujer (sí, con falda nena, con falda y que se la lleve el viento, porque eso de andar en bermuditas), disfrazarse de profesional y profesar la profesión medianamente, colocar ajustes tarifarios allí donde abundan las literaturas, olvidarse de esa clase de conversaciones en las que el interlocutor (psicoanalista, abogado, ingeniero u otro) insinúa que las mujeres vivimos obsesionadas por la verga, conocida o no, del sujeto en cuestión, es decir, del interlocutor --posponer hasta la semana que viene la encuesta correspondiente dirigida a secretarias y otras empleadas de la oficina con el objeto de verificar la hipótesis sugerida--.

Trabajar, mañana: privilegio que me toca en este país donde hoy por hoy tener empleo es más una cuestión de azar que de mérito propio. Pero mi jefe me quiere. El me pidió. Me lo ha dicho "Si yo no te hubiera querido, hoy no estarías aquí". Entonces saludaré “Hola, ¿qué tal?” a mi nuevo cancerbero (en adelante: Joe Noventa). “Hola Joe, ¿qué hay de nuevo? Heme aquí tu nueva y eficiente colaboradora. Puedes mirarme, sí, pero no te abuses, Joe, que eres un hombre casado y respetable y yo soy una dama no menos casada y respetable ¿sabes?”

Sin embargo, no tengo expectativas.

domingo, enero 23, 2005

En el camino hay casas como monumentos. Mausoleos de una sociedad llena de muertes de las que unos prefieren no hablar nunca mientras los otros las lloran a los cuatro vientos. Caminan ambas dos, ellas dos, empujando un cochecito con un bebé. Hablan de nada. Hace unos días, en una de esas casas, se festejó la Navidad.

En la cocina se siente olor a especias. Hay cuatro o cinco clavitos bailando entre los remolinos del agua que hierve. Para la chocolatada, dice Luisa, en Perú la tomamos acompañando los panetones ¿sabe?. La sonrisa de Luisa es ancha y generosa. Tiene la mirada lejana del exiliado. Qué rico, dice la señora de S a quien hoy todo le parece rico aunque no tenga la menor idea de cuál sea el gusto del clavo de olor, después me va a dejar probar ¿no?. Sí señora, por supuesto. Nadie le pidió a Luisa que preparara el chocolate: lo hace como un reflejo de la naturaleza que se perpetúa a sí misma, por el imperio de una necesidad que no necesita explicarse. Ella es esa leche, esas barritas de chocolate que se trajo de Arequipa y que ahora va echando en la cacerola mientras revuelve con una cuchara de madera. Agrega canela y se llena la cocina de Perú por un instante.

Más tarde, después de los regalos, los saludos, el festejo, la señora de S entra a buscar un vaso de agua. Ah, me había olvidado del chocolate: ya está listo. Se sirve una taza. Lo prueba. El gesto la delata: la nariz se le frunce como cada vez que algo no le gusta y hace un esfuerzo inútil por disimularlo. Sin embargo se va con la taza pegada a la boca, toda ella convertida en una parodia de sus propias palabras: le da un poco de pena que nadie más haya probado el chocolate de Luisa, que ni siquiera se hayan dado cuenta de que lo preparó para quien quisiera acompañar el pan dulce o las otras golosinas. Qué rico, repite.

El resto del chocolate quedó ahí, moderando apenas su perfume y enfriándose desde el fondo de la cacerola. Quedó ahí como la distancia: inexpugnable.


Hablar de nada es fácil. Lo difícil es no hablar.

viernes, enero 21, 2005

más sobre pintura y poesía

En el "Tratado de Pintura" de Leonardo da Vinci leo:

"La pintura es una poesía muda y la poesía una pintura ciega; una y otra imitan a la naturaleza hasta donde sus fuerzas se lo permiten..."

"Aunque las cosas de los poetas se lean despacio, son frecuentes las veces en que no son comprendidas y es preciso hacer sobre ellas diversos comentarios, en los cuales raras veces entiende el comentarista cuál fuera la idea del poeta. Además, muchas veces los lectores leen sólo una pequeña parte de las obras, por falta de tiempo. La obra del pintor la comprenden inmediatamente sus contempladores".


Y eso que Leonardo no había leído a Lamborghini ni al Niño Bien. Tampoco imaginó lo que iba a suceder con la pintura durante el siglo XX. Excepto que entendamos por "comprensión" la percepción de la totalidad de la obra en un instante sin que ello necesariamente implique un entendimiento racional de lo que se contempla.

domingo, enero 16, 2005

Hay momentos en que la vida se parece a una Baliverna desplomada o al castillo de Procopio y Pierina el día de la visita del canario. Pero tras un derrumbe todo es posibilidad.