un fragmento de la quinta sinfonía
o cómo llama el destino a tu puerta, es decir,
sol sol sol [mi]
fa fa fa [re]
cuando aquélla vez --historia tantas veces repetida-- soñé que mi puerta sonaba, dos o tres golpes sobre la madera ya que el timbre hacía tiempo estaba roto y nadie se ocupaba en arreglarlo, digo, cuando eso soñé al abrirla (la puerta) vi que el mismísimo beethoven, de desordenada melena, saco de levita y jabot blanco, había venido para afinarme el piano. unos torpes balbuceos salieron de mi boca ya que la emoción me embargaba: ¿no era demasiado para mí que alguien de su altura quisiera ajustarme el clavijero? pensar que tantísimas mujeres se han negado a sus amores...
si eso no es decir que el destino llama a la puerta, es por lo menos decir que beethoven llamó a mi puerta, que no es poca cosa.
sí, lo conté en mil y una oportunidades, aquí y en otros espacios. pero entonces no había leído la biografía (o la había leído y no lo recordaba) de ludwig v. beethoven en la que se refiere la anécdota de la sinfonía en do menor.
"así es como el destino llama a la puerta"
(destino: ven, puerta ven
puerta: espera que ya voy, no me apresures)
no:
sol sol sol mi
fa fa fa re
etc.
o:
toc toc.
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