lunes, marzo 21, 2005

Algunas cuestiones metodológicas

El trabajo de traductor le provocaba fastidio. Cada nueva traducción era una especie de contienda donde Jacinto vertía sus energías lastimeramente, siempre pensando que podía haberlas empleado en beneficio de su propia obra aunque ésta nunca abandonara el estatus de fervorosa expresión de deseo.

Amante de la literatura como era --y necesitado de dinero como estaba-- cuando de la editorial Alcantarilla le encargaron el ciclo completo de los Sonetos de Shakespeare, junto con algunos poemas de Donne, Coleridge, Wordsworth, etc. para una antología de la literatura inglesa, Jacinto había accedido de buena gana.

En su carácter de traductor profesional comenzó respetando a rajatabla endecasílabos, alejandrinos, yámbicos, tráfagos y prófugos. No obstante, pasados los cinco primeros poemas comenzó a sentirse irremediablemente encerrado tras los barrotes de la forma: el tedio y el aburrimiento habían alcanzado dimensiones tales que ya no cabían en su pobre alma.

Jacinto escribiría en sus diarios de aquélla época:


“O me construyo mi propia revolución traductaria, o este trabajo va a terminar por consumirme”

“Cada estrofa” decía “puede ser reescrita en un verso libre que condense su sentido ¿acaso la poesía no es una pura sugerencia, un divertimento, un espacio fértil para la interpretación? ¿qué más da cambiar un tropo por otro?”
De modo tal que de catorce versos los sonetos se subsumieron en cuatro, y más tarde, en sólo uno, mínimo e igualmente expresivo, que condensaba la esencia de lo que el poeta en cuestión había querido decir.

Jacinto observó, además, que había grupos de sonetos que describían con mayor o menor intensidad temas similares como por ejemplo: lo que de terrible hay en el paso del tiempo y lo que esto genera en el corazón del poeta, las tribulaciones del enamorado, la belleza, etc. Empeñado en llevar al extremo las posibilidades de su procedimiento, separó los poemas según el tema tratado o sugerido. Así sonetos como Devouring Time, When I consider everything that grows o Like as the waves make towards the pebbled shore, fueron agrupados y traducidos en la siguiente stanza breve y suplicante:

“Reloj, no marques las horas”.

A esto llamó Jacinto la “Técnica de Traducción Minimal”. No sólo porque su producción constituía una suerte de epítome de la obra de los poetas ingleses, sino porque con su nueva técnica el perjuicio que el oficio de traductor ocasionaba a Su Obra se reducía considerablemente. De ahí lo de mini-mal.

“Es imprescindible que convenza a todos de que éste es el verdadero camino, de paso gasto menos tinta, menos papel y liquido el asunto de la antología lo más rápidamente posible”.

Los editores, y más tarde la crítica, acogieron su propuesta con beneplácito. El libro se tituló “Brevísima Antología de la Literatura Inglesa” y encabezó la lista de best sellers del año 19xx.

Jacinto decidió que había agotado el tema de las traducciones. (*)

(*)N de A: Y yo también.