miércoles, marzo 02, 2005

en un pasillo


-Che, ¿viste quién murió?
-Quién.
-Arrizabalaga, el del cuarto C.
-¡No te puedo creer!.. pero si no era tan viejo.
-Viejo no era, no. Parece que era escritor.
-¿Escritor? ¿Y qué escribía?
-No sé, qué va a escribir. Libros, supongo ¿los escritores no escriben libros?
-Algunos no, algunos poesías.
-Esos son los poetas, no los escritores.
-Ah.
-Este parece ser que éste andaba en una cuestión de un diccionario.
-Y para qué se va a poner a escribir un diccionario si diccionarios ya hay.
-Te juro, y parece que cayó la hija.
-¿La hija? ¿Tenía una hija?
-Sí, una tal Lucrecia Arrizabalaga de Perlotti. Una loca que no lo visitaba nunca y ahora con lo de la muerte se vino al humo. Está viendo si le hace juicio al amigo que le copiaba las cosas y las publicaba con su nombre.
-¿Con el nombre de la loca?
-No, con el suyo. El amigo de Arrizabalaga le robaba los escritos y los vendía a un diario.
-Mirá vos, qué bárbaro. ¿Y la mina está buena?
-Debe de ser.
-Cómo ¿no la viste?
-No, la escuché gritándole al sobrino.
-¿Vino con el sobrinito?
-De ella no. De Arrizabalaga. Se me hace que peleaban por unos libros. Pobre hombre, murió y en lugar de recordarlo discuten por los pocos cachivaches que le habrán quedado, ¿te das cuenta?
-Y sí, no somos nada.