martes, junio 21, 2016

el asunto no es para nada verbal

mirando a la cámara, ma le dice a su hija, j'adore te regarder, lo dice sonriendo, el cabello abundante y gris revuelto como el de un león, los ojos entrecerrados, c'est quelque chose de plus physique, tu vois? je peux pas l'expliquer, lo repite varias veces, vuelve a sonreír y le habla de la proximidad física, de que le encanta tenerla cerca a pesar de los problemas de comunicación que todavía atraviesan, que no han podido resolver y que tal vez no van a resolver nunca, sin embargo eso no importa, porque ahí están ambas, en esa conexión de amor que va más allá de lo que puedan expresar verbalmente, tienen las manos parecidas, la hija es más delicada, la madre es un animal salvaje que vive en contacto con alguna fuerza sobrenatural, según palabras de la propia hija, que sufre por haber sido dotada --por Dios? por la naturaleza?-- con ese poderío extraordinario del que no puede escapar y al que está entregada por encima de su función materna, función que no olvida ni niega y que cumple como puede, como le sale, en medio de la marea de la música, junto a la tiranía del piano, del concierto número 1 de chopin, el concierto en sol mayor de ravel, los de prokofief, esa dulce y dolorosa esclavitud del piano que padece y goza --hay imágenes de ella tocando la op 53, sonriendo, y luego como endemoniada, y luego sonriendo-- así en la eternidad continuará su música que es más importante, en cierta forma, que su hija, que sus hijas. ellas dos lo saben.