miércoles, junio 08, 2016

plegarias atendidas

en el intervalo entre visitas médicas varias hago el detour a la librería de la señora de uñas largas y pelo duro (los excesos de tinturas, spray, esas parafernalias peluqueriles);  la misma que me vendió un libro de la biblioteca de napoleón cabrera [cosa que descubrí mucho después porque no había mirado el ex libris] y la que me enchufó la comedie humaine completa a cambio de cinco billetes con el retrato de Eva Perón.

la señora se encuentra invariablemente ubicada tras un pequeño escritorio en el fondo del local y siempre está escuchando música clásica. hoy, por ejemplo, sonaba algo barroco: violines, bajo continuo de clavicembalo, un concerto grosso.

mi rutina cuando la visito tampoco varía demasiado: soy un animal de costumbres, como todo el mundo --que quiera creerme/aparentar ser especial no hace ninguna diferencia-- y me repito hasta el cansancio. en general voy directo al estante de música y ella, la esfinge, siempre me cuenta la misma historia: tuvo la fortuna de comprar la biblioteca de un famoso director de orquesta cuyos herederos se fueron a vivir al exterior, que donó lo más importante al TEATRO COLÓN, que nadie le quería ir a buscar los libros, a vos te parece, con el valor que tenía esa colección, un músico tan prestigioso, etc. ahora bien, el nombre del músico, jamás me lo dice. creo que ella cree que mantener ese misterio atrae a la clientela.

pero hoy no voy a por los libros de música. hoy le pregunto si tiene algo de capote.

un ayudante de la señora (a quien veo por primera vez) me dice, feliz, que sí, que hay dos. a sangre fría y no sé qué edición pedorra con un solo cuento.

"qué pena. acabo de comprar a sangre fría (ayer) en inglés"

"ah, pero eso no es problema, también hay libros en inglés acá"

revuelvo. no hay nada interesante. la cuestión es que empiezo a revolver por todos lados, en inglés, en francés, en italiano, en español [casi me compro un libro en italiano de natalia guinzburg por 20$ y otro en francés sobre belcanto por 39$ pero triunfó la razón y no lo hice], etc. reviso el estante de literatura, el de música, el de historia, el de arte. miro todo y en ese continuo escudriñar el libro que llevo en la mano se me cae al piso varias veces. hasta que decido ponerlo en la mochila.

para qué.

el ayudante se me acerca con cara de discúlpemeseñoraperovoyatenerquepedirlequeabralamochila y me dice:

"discúlpeme señora pero voy a tener que pedirle que abra la mochila"

la esfinge detrás del escritorio levanta la mirada sin decir nada [soy clienta habitual, podría haberme cuidado un poco], yo la miro a ella a los ojos, me vuelvo hacia el ayudante y con una sonrisa le digo:

"revisá tranquilo, no pasa nada"

abro la mochila de par en par y aparece una profusión de toallas femeninas, tampones, un neceser de cuero, el programa de "capuleti & montecchi" del sábado, guantes, una botella de agua, cigarrillos, pañuelos, el libro de truman capote pero ningún libro que proviniera de los estantes de la librería. 

la esfinge, a todo esto "ay querida! vos sos clienta mi amor, yo sé que no tenés nada".

pero nunca  da la indicación de que NO ABRA la mochila, que NO ES NECESARIO.

ergo: sospechaba.

lo peor es que terminé llevándome una edición divina de obras de heine ¿?, con unas ilustraciones fantásticas que no voy a leer nunca por 250$ [el triunfo de la razón es de corto alcance, évidemment]

la esfinge, feliz, clinc caja.

salgo al frío de la calle con mi capote, mi nueva adquisición, la mochila medio abierta mientras formulo promesas del tipo "no le compro nunca más a esta vieja loca"

(miento)

1 Comments:

Blogger Pache said...

Jhuaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa jhuaaaaaa

2:04 p.m.  

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