martes, marzo 08, 2016

Prima Donna

Acudo al Teatro Colón al tan anunciado concierto de Rufus Wainwraight: cantautor ¿pop?, joven músico del hemisferio norte que ha compuesto una ópera [no daremos opinión por ahora] llamada Prima Donna cuyo argumento cuenta algo así como la vida --o los momentos finales de la vida, no se sabe bien-- de una cantante lírica de la estatura de María Callas [no es María Callas].

Llego temprano: compré palco [de los baratos, ojo] y me aseguro la primera ubicación. Mientras espero tomo fotos (y sí, tuiteo un poco). Le pido a la acomodadora un programa de mano. Lo miro y no lo leo. Estoy cansada pero (creo) con la predisposición que este tipo de espectáculos exige al cuerpo y a la mente (miento). El palco se va llenando con mis ocasionales compañeros hasta que las luces se apagan.

Entonces aparece él.

El autor/compositor. Un Rufus joven, lleno de ganas de vivir y --se nota-- feliz de estar aquí esta noche, vestido con un largo saco negro y zapatos de charol. Rufus Wainwraight habla a la platea y prodiga su alegría, sus saludos y agradecimientos. Lo hace con espontaneidad, con frescura. Sin afectación. Prece simpático y querible. De inmediato sus fans se dejan oír desde los palcos, desde las butacas y desde otros recónditos rincones de la enorme sala oscura (jamás hubiera pensado que había tantos). Me encanta que así sea, mi expectativa crece, mis ganas de disfrute así también. 

Y el concierto comienza. 

[Aclaro llegado este punto, no voy a oficiar de crítica musical porque no tengo el expertise ni los conocimientos necesarios. Sólo comentaré desde mi estúpido lugar de ama de casa diletante que va de tanto en tanto a la ópera para conectarse con las emociones "más profundas" que este género del arte suele ofrecer y no encuentra en su cocina. No cocino]

...


Y finaliza la primera parte del concierto.

[Aplausos de los fans, del público, de mis acompañantes, brava, bravo][Aplaudo protocolarmente]

El comentario:

Luego de escuchar la música uno termina preguntándose si la Divina María Anna Sofia Cecilia Kalogeropoulos no habría sido en realidad una persona muy bajita y lastimosa y carente de emoción y piensa (uno) que tal vez todo lo que con avidez y morbosidad habíamos leído en las biografías: las anécdotas sobre su carácter diabólico, sus obstinaciones y caprichos de diva, su infinita sensibilidad, su musicalidad extrema, su vital compromiso con el arte, en fin, todas esas características únicas de la Callas no serían puras patrañas. Nada de eso aparece en la ópera. No es que no hay menciones. Por supuesto, las hay. No se materializan en el escenario. No me provocan en la piel.

Y sin embargo, digámoslo, la ópera de Rufus, no es ni siquiera lo suficientemente mala (no es mala) como para que uno se levante y se retire con la primer Aria! La música no es horrible, no es genial, recuerda por momentos a Puccini, remite a La Boheme. Los cantantes son ¿correctos?, pero no emocionan. Para peor, como no se presenta la versión completa de la ópera, es difícil entender dónde se forma el nudo, la tensión dramática. El director parece semidormido, o aburrido y yo me aburro, aussi. Pero. Algo me impide retirarme, quizás algunos frágiles momentos de belleza instrumental, tan frágiles que no puedo evocarlos, quizás la voz de la Barrientos, quizás es mi avidez, mi siemprevivo deseo de disfrute. En fin: permanezco inconmovible, estoica, tiesa y sentada. En ese orden. Hasta el final. Esperando --desesperadamente-- que ALGO suceda.

Rien ne se passe.

(En una entrevista Rufus había dado a entender que no se podía ser intenso durante 5 horas. En realidad cita a Briggitte Fassbender quien dice que dos segundos pueden ser más intensos que una ópera completa. No lo fue).

...

De la segunda parte del concierto, las canciones (amplificado el sonido con micrófono, la voz del Rufus no llegaría a los fans más alejados en la sala), no voy a hablar porque no pude disfrutarlas. Esta frigidez ya es toda mía, no del compositor, de modo que no voy a responsabilizarlo por mi coyuntural carencia de sensibilidad.

Las escucho luego en Spotify. Vibrate es muy hermosa (el acompañamiento parece el de una milonga campera). April's fools comparte aires con Strawberry Fields de John Lennon (es bella también, no importa que remita a).

The maker makes es simple, sí. Y conmovedora.

1 Comments:

Blogger Pache said...

Hola Clobis, yo a Rufus lo conozco, hace mucho 10 años capaz, me encanta si, pero al Colon, no se
Me hubiera encantado acompañarte

8:16 p.m.  

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