viernes, noviembre 25, 2005

se viene fin de año y...

en la empresa ingresó una chica nueva de ojos iguales a dos turquesas refulgientes y unas facciones gaélicas que se le caen las pecas de la cara de irlandesa. falta que saque un violín de la cartera y se ponga a dar saltitos a la manera celta por entre los escritorios, cosa que no va a hacer porque a pesar de verse tan áirish trasluce algo así como una especie de formalidad inglesa que por ahora no logro determinar si es constitutiva de su personalidad o si no se trata más que de una mera timidez de principiante.

cumplí las funciones de anfitriona y le presenté a todos los muchachos que expresaron las típicas ridiculeces de hombre confrontado con mujer desconocida. en un trance mirtalegrandesco dije a uno por uno "hete aquí a mery, nuestra nueva compañera". ella sonrió somera de acuerdo con la formalidad del caso.

me da vergüenza confesar que algo de cuiqui me causaba en un principio su prensencia profesional, un leve estremecimiento en el estómago "ahora se me viene la noche, ésta seguro que quiere acaparar todo y en cualquier momentito me deja en evidencia" así que arremetí meta laburar al más alto nivel con complejísimas planillas de excel que sacan poco menos que chispas y luces multicolores. asisto a las reuniones seria, explico los detalles y esplendorosamente digo a cada nuevo pedido del jefe --y lo mejor: los cumplo con prontitud de gacela--. hasta envié un CV a un aviso del diario donde se requerían economistas y/o/u ingenieros industriales para trabajar en importante multinacional, no omitir remuneración pretendida. tan enorme era mi sensación de desamparo que accedí a escribir a un pavoroso pedido de gente que me equiparaba con... ¡¡¡un ingeniero industrial!!!

no obstante, pasados cuatro días ya se adivina que la chica nueva es buena y siempre que quiere fumar un cigarrito me pide que la acompañe a la cocina: le pone incómoda estar sola y que entre alguien y no encontrar nada para decir. de manera que no sé cuánto puede durar mi ataque de profesionalismo empresario que ya comienza a preocuparme porque me compenetra con los números y me empuja fuera de las tibias aguas de la literatura y las artes. (aguas en las que quisiera flotar siempre a la deriva igual que en el líquido de la panza de mi mamá, que en paz descanse, aunque en rigor de verdad nunca me haya sumergido en ellas más que hasta la altura del pupo, por ponerlo de manera gráfica. en las aguas de las artes, digo).