lunes, octubre 24, 2005

Una noche y acá estamos todos reunidos, los cinco: las cuatro despiadadas gárgolas y el chico. El chico es el más bueno y por eso se separa un poco, aunque en ocasiones se le afila la lengua también, certera. Pero es triste la yunta porque ahora el recuerdo se hizo evidente, tangible la ausencia. La jovencita pregunta, sorpresa en el tono: y si no creés... ¿cómo vas a hacer?. Cómo. Cómo no se sabe porque cuando te dieron la hoja en blanco tampoco nadie te explicó la forma de llenarla. Se van poniendo comas y puntos como confites en la torta, se le hinca el diente, se pincha tenedor con fuerza.

La otra, por ejemplo, dice entre sus mocos: me parece injusto. Y llora una ristra de lágrimas blancas. A mí, la verdad, me parece ingenua que se le venga toda la angustia infantil así de esa manera, al fin y al cabo, no hay grande misterio escondido. Se mueren con suerte los padres previo a los hijos y así la cosa más o menos marcha, que de la otra forma, qué querés que te diga, te la regalo. Yo, primera del singular, me paseo triste a causa de la distracción que no me funciona parejita, es mostrar todo el tiempo que una asume las leyes de la vida y más que las asume las acata porque lo del albedrío y voluntad es cierto pero hasta un determinado punto que vaya a saber quién lo determina y cuándo. Escribir a veces se contagia hablando, o leyendo. Pero hay noches en que no viene nunca, como el bondi en día de conflicto, y se espera, se inventan artilugios, una crónica de morondanga, un mondonguito de palabras y garbanzos.

Era la madrugada, los cinco danzábamos la muerte que se aleje, qué nos interesa. Importa lo que queda en cada uno: el gesto valiente, la ironía, los besos, ser lo mejor que se pueda, saber dar, educar la voluntad, hacer quehaceres con pasión, no convertir la piel en un esclavo.

No hay allá, para mí, no hay el lugar donde los muertos canten el poema eterno, no hay los nueve círculos, Virgilios, no hay Beatrices ambulantes ni caminadoras.

Ese día, el segundo de la primavera, salí a buscar abrazos.