martes, noviembre 15, 2005

Crónicas de la Milonga III

de todo un poco

nada más que para escribir un poco y que no se oxiden las falanginas podría referir alguna cuestión de la milonga como por ejemplo que llegué a la meseta del mal bailar, muchos progresos anteriores efímeros como chispazo de fósforo y otra vez vuelta a la etapa "más pesada que empujar pianos escaleras arriba". se supera, se supera, me bate el calvo y petiso maestro de bigotes iguales a un manubrio de triciclo. me llama simpáticamente "porotita" y en alta voz corrige mis errores cuando me ve de reojo --y cuando no se ocupa en atender a alguna norteamericana pasada por lavandina, de madera ella pero con mucho dólar disponible--; me dice: "porotita el brazo" "porotita cuidado con la cadera que esto no es salsa" "porotita no te pongás tensa" "porotita no te apurés, aprendé a esperar” y cosas así.

después está el italiano antonio que ostenta quichicientos años y grandes cualidades danzantes además de un par de tiradores de seda que le sostienen sus azules vaqueros tipo barrica. con antonio nos entendemos lo que se dice bien. le gusta la cosa milonguera, bailar juntitos y con mucho contratiempo. no sé qué oscuras razones le impiden hablar español: no dice ni una palabra y cuando la música se silencia hay que recurrir a las señas. pero... para qué lo quiero hablando ¿no?.

del aprovechador de principiantes prefiero no comentar demasiado: se presta al chiste fácil y barato al que tan afecta soy y que tanto me cansa y hace pensar que nunca me acercaré más a la buena literatura de lo que pueda hacerlo a través de la escritura de otros. bah, que al aprovechador todas las chicas (¿puedo decir que soy una chica?) le vamos dando progresivamente el olivo, fundamentada la decisión en la impertiva manera de abrazar del hombre "acá las órdenes las doy yo" y, en mi caso particular, en lo que un día me señaló con intención aviesa, entrecerrados los ojillos húmedos: "vos tenés una energía de puta madre". sí, lo dijo así como yo lo escribí: arrastrada la palabra puta como la más puta de las arrastradas. quétecrés boludo, pensé y nunca más le acepté una invitación.