Crónicas de la Milonga I
El Debut
La primera vez que concurrí a una milonga --milonga posta: de esas con piso de parqué lustrado y minas luciendo medias de red, taco aguja rojo sangre con estrellas, cometas halleys y agujeros negros-- de tan nerviosa y emocionada que me sentía al salir a las arenas más parecía yo un saco de papas que una bailarina dispuesta a sacarle viruta al piso. Y eso por no decir que me puse tan tiesa como una vaca muerta que aunque no sea en lo exterior ni en lo espiritual como una vaca (no ingiero habitualmente pastos ni margaritas, tampoco me envuelve un halo de misticismo hindú), digo, de haber estado esa noche en un matadero, me habrían confundido con una res lista para hacerle los cortes del asado.
Agregar debo que mi esforzado compañero, muy compadrito él en su camisa nueva y su acompasado caminar, quedó con un dolor de espaldas que para qué les cuento. Dolor que, medio a la distraída y medio echándome la culpa, atribuyó a mi condición de principiante, o sea: a mis defectuosos apilamientos, andares, pivoteares, etcéteres. Yo creo que lo que en realidad pensaba lindaría con: bailás para el orto, nena. Aunque se guardó muy bien de mencionarlo. Barrunto que habrá tenido que agotar todas las reservas de pomadas y linimentos del boticario para moderar tales sufrires del cuerpo suyo, pobre santo.
Al llegar de madrugada a mi casa me fue insoslayable discurrir acerca de la conveniencia de seguir bailando tango. Es que yo toda divina me había calzado los tacos nuevecitos, llevaba no sin cierto glamour una blusita muy piripipí de estreno y qué sé yo qué otras galanuras y la verdad de la milanesa es que de tantos pisotones propinados/recibidos esa noche casi se me piantan en torrente los consabidos lagrimones de la frustración.
Los reprimí, of course, como una reina. Pero después, almohada contra mejilla, terminé considerando si no sería mejor dedicarme al estudio de la economía de Turkmenistán y aledaños. Todavía no encontré respuesta (amén de que no sé bien dónde queda Turkmenistán).
Digo yo, la etapa media res... ¿se supera?
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