viernes, agosto 05, 2005

la lora de flaubert (encore une fois)

leo una crítica al crítico en julian barnes, à propos de una mujer docta en flaubertiadas varias, mujer que tuvo el tupé de señalar que los ojos de emma bovary resultaron ser una especie de camaleónicas esferas mutantes. se transformaban con el discurrir de los acontecimientos a saber: marrones al principiar la novela, azules en la cumbre del ensañamiento amoroso y negros durante el resto del tiempo.

la docta anciana quiso mostrar con esto que, contrariamente a lo que hubiera hecho honorato balzac, flaubert escribía sus novelas y/o construía sus personajes sin ningún cuidado por el detalle, c'est à dire: à la qu'etimport, cosa que según barnes (con quien concuerdo en un ciento por ciento al respecto) es una imbecilidad de dimensiones atómicas --la jactancia de la vieja al señalar "el herror", no el método flaubertiano--.

en efecto, uno debería sorprenderse no por el error en sí, sino por el hecho de que el escritor haya cometido tan pocos. si se tiene en cuenta el laburo que implica armar una novela, no pensemos en un elefante como madame bovary, pongamos cualquier musaraña pedorra de menor calibre ya que estamos con la cuestión animal, digo, si se piensa en lo trabajoso que resulta mantener la consistencia de los personajes, armar una estructura que no se desmorone a la primera de cambio, dedicar tiempo y esfuerzo, etc --no por nada quien esto escribe nunca pasa de las primeras diez páginas-- uno no puede dejar de notar la vacuidad de una crítica como la que tanto irritó al bueno de barnes. uno se solidariza al instante: un poco más de respeto por flaubert ¡che!

en resumidas cuentas: ¿importan o no las pifiadas en literatura?

por supuerto* que... no.

*nota al pie: dejo supuerto por obvias razones, con prescindencia del status no literario del texto (mío).