viernes, agosto 19, 2005

ejercicio de muñeca

oficinista acomoda con vehemencia la papelería de su escritorio. lleva/luce las uñas arregladas, prolijas, es decir: no muestra señales de canibalismo ungular ni existen esos feos desniveles cuticulares que provocarían escozor en, por ejemplo, cualquier señora llamada, digamos, nelly, que trabaje haciendo manos y suela decir "querido/a te rebajo un poco esto que parece una carnicería". tiene puesto oficinista pantalón sujeto fuerte por un cinturón de cuero bien a la cintura; camisa verde agua/pastel con dudosas reminiscencias de natatorio de club de barrio, abullonado el género en las mangas, triangulito bordado en el pecho, lado izquierdo. volviendo a los pantalones: los mismos han sido confeccionados en corderoy grueso, verde también, pero sequito como árbol deshidratado. verde militar bah. completan su atuendo unos enormes zapatones negros.

el flequillo de oficinista ha recibido, evidentemente, algunos tijeretazos que confieren a su portador un curioso aire de gallina a medio desplumar, pero contenta aún de seguir con su vida, su vida de gallina cacareante rodeada de polluelos y anaranjados granos de maíz. en la cara de oficinista refulge, además, un redondo lunar (acabo de descubrirlo) al mejor estilo cindy crawford, cerca de la boca. un lunar para el beso si fuera el caso. pero. no lo es.