lunes, enero 05, 2009

viaje al fin de la noche

tanto fue de mi gusto la novela rouge et noir --no apta para criadas, según el propio henry beyle-- que ni bien terminéla corrí a buscar tras el polvo de la biblioteca el volumen de la cartuja de parma que yo sabía positivamente había comprado hace años.

encontrélo y en el agradable viaje en subte línea-A-reloaded de esta mañana comencé leyendo la historia de cómo les troupes de bonaparte habían ocupado milán allá por el año 179 y pico; del asombro/alivio que ocasionaba en los aburridos italianos ver que los franceses no iban, pas du tout, a cortar la cabeza de ningún noble; de cómo las condesas y marquesas se admiraban de lo caballeroso de los napoleónicos soldaditos y de cómo los adoptaban de acompañantes para fiestas y bailes. también se refiere el autor --desinteresadamente? imparcialmente?-- a la simpatía, juventud e inconfundible bondad de las milicias con frases como ésta:

"en los campos se veía a la puerta de las chozas al soldado francés meciendo al nene del ama de casa, y casi todas las noches un tambor de la banda militar se ponía a tocar el violín improvisando un baile..."

lo que a mí se me ocurre es que esa misma soldadesca --o quizás a la sombría españa napoleón sólo enviaba a los enfants terribles de su ejército y se reservaba a los chicos alegres y amables para la bonita italia?-- fue la que inspiró a don francisco de goya y lucientes a elucubrar sus aún más sombríos grabados conocidos como los desastres de la guerra y que después de todo no hay brillantez estratégica &/o/ni militar que justifique esas escenas espantosas.

todo esto me viene a cuento a la luz, o debiera decir oscuridad, de lo que está sucediendo en la franja de gaza & alrededores. es fútil, por supuesto, lo que yo pueda aquí decir o callar. creo que jamás tuve la capacidad, ni la tendré, para racionalizar ese tipo de horror --o tal vez de ningún otro, así seré de ingenua-- provenga de donde provenga.