jueves, julio 13, 2006

es tan poco poético el dólar por millón de british thermal unit o por ejemplo trescientas toneladas de propano exportable o unos cuantos megawatts que se decide no pensarlo, es decir: hay que tomar las correspondientes notas, tantas como en hoja de cuaderno quepan, completar casilleros, hacer bien las cuentas y ofrecer una imagen de v.s. puede confiar en mí. cosa extraña que a una edad determinada (siempre, admitámoslo) haya que aprender todo de nuevo y así va la vida, tiempo completo de vuelta y vuelva sin saber bien si sí o si no, recomenzar, el regreso de hermanas perdidas que se extrañan según pasan los años se abandona la parte de la existencial pregunta y sólo es festejar los cumpleaños, comer alfajor de chocolate y dulce de leche, confesarle al médico que en realidad no se tiene mucha gana de quedarse desnuda ante sus ojos para un rápido escrutinio de lunares sospechosos.

un día en el ascensor alguien habla de "se murió pero fue lo mejor porque la enfermedad ya no se soportaba", entonces aparecen los recuerdos y la visión de las personas de alrededor del que se muere que se van aferrando a la idea de así será mejor como al famoso pasamanos, se toman de la idea, se la toman como un bebedizo y hasta desean, con fervor, que el fin ocurra, es mejor, mejor antes que el sufrimiento --ese fantasma aterrador--, pero no, no es mejor, no es peor, es lo que es, como la lechuga en la ensalada, el boleto de colectivo, como el ucraniano que desde detrás de un mueble me habla entusiasmado de lenguaje fortran, demanda de electricidad y asuntos técnicos que no comprendo, yo lo escucho atenta y casi fingida.

el ucraniano es lindo pero me quedo con los poemas bellamente escritos en los que me adivino fugaz o de recuerdo, con el cansancio de hacer, con el olor de milanesas, con la palabra, el abrazo, etc.