lunes, abril 03, 2006

anotaciones de la milonga

(porque a veces, los milagros suceden y los compañeros de baile también)

del viernes pasado:

a) anoto a un señor ofreciéndome $40 la hora por bailar. no directamente, claro está. primero sacó el tema, digamos, como un comentario al pasar, habló de mujeres que cobran eso y de hombres que son platudos y, principalmente, pataduras. más tarde se me acercó y me preguntó si estaba interesada. le contesté que si era por intereses yo ya me gano un dinerillo haciendo otras cosas (menos interesantes, pero eso no venía a cuento) y que no, que por ahora no. ah, pero si yo también me dedico a otra cosa, igual, ya sabés piba, si llegás a cambiar de opinión...

b) anoto a otro que, cuando parada frente a la barra como granadero en el cabildo oteaba con atención el devenir de los acontecimientos --se rifaban zapatitos y otros tesoros para milongueros--, se acercó e irrumpió con un si te rifaran a vos compraría todos los números. yo al principio no entendí, creí que me estaba preguntando si tenía números, o qué era lo que se rifaba, pero después tomé debida nota: un piropo es un piropo más allá de cualquier consideración acerca de sus atributos literarios, sobre todo cuando una ya pasó los treinta y pico y el recibir halagos tan contundentes no es cosa de todos los días.

c) anoto (ese mismo día, después de la milonga) a un pizzero en una esquina que me ofreció acompañarme luego de preguntarle primero dónde quedaba la calle guayaquil, después dónde quedaba quito --claro, en ecuador-- y después de haberme hecho notar que me había pasado tres calles si es que quería ir a quito. ¡yo te acompaño! me gritó con las manos en la masa.

yo creo que el tango algo debe hacerle a la gente.