martes, noviembre 20, 2007

entre la muerte y nosotros no hay, en ocasiones, sino la densidad de un único ser. una vez desaparecido ese ser, ya no queda más que la muerte.
m. y. fuegos.

trato de escribir un texto que no deja escribirse y esta inacción me provoca un profundo malestar. lo mismo que bailar con el mal bailarín o con el muy bueno que nos hace notar que somos horribles. algo acerca de una mujer, el recuerdo mencionado al pasar de su hija muerta. acerca de cómo se me hundió el pecho cuando la escuché y cómo su dolor apenas dicho me llenó de antiguos temores.

ayer: el baile pésimo. ires y venires, una ansiedad de quiero todo ahora y es por eso que siento que no tengo nada. pero conocí a una mujer maravillosa, ana, que podría ser mi mamá, que hacía magia anoche con sus piernas de gacela, brillitos con la punta de los pies, estelas y espirales con los tacos, mujer de cuatro hijos, de una miríada de nietos. ana, la rubia de rostro joven, de bellísimas arrugas. me pregunto, mamá, cómo hubieras sido vos si alguien se hubiera tomado la molestia de enseñarte a querer tu cuerpo.

1 Comments:

Blogger { § } said...

Se deja leer bastante, para un texto que no se dejó escribir...

10:29 p.m.  

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